Por Ana Ulhela del programa Navegando tras la estela de mis sueños
EL MANZANO DE ANA
Ana sintió mucho frío esa mañana. Comenzaba un invierno muy cruel. En su interior caminaba siempre descalza por los senderos del pensamiento con grandes ventanas de luz a jardines interminables.
Transitaba esa etapa de su vida cargada de nostalgias de seres no conocidos aunque pensados, lugares nunca vistos pero soñados, viajes proyectados en un abrir y cerrar de puertas imposibles.
Una sensación extraña de no pertenecer a este mundo descolorido, árido con olores de sueños perdidos, de rostros macilentos y cuencas vacías. Una ráfaga le azotó el rostro dejando un aroma a muerte.
Todo a su alrededor le gritaba una huida a otra dimensión, un escape a la esperanza.
Avanzó por el sendero de su huerta hasta detenerse bajo el manzano triste de brazos desnudos extendidos en ruego hacia el cielo gris. Abrazó el tronco áspero y al cerrar los ojos sintió sus raíces hundirse más y más en la tierra húmeda mientras la savia iba subiendo por sus venas lenta y tibia. Al extender sus brazos las ramas se iban cubriendo de hojas y flores. Su corazón latía fuertemente dentro de ese tronco que cobraba vida y hacía brotar nuevos retoños. Mientras aumentaba el calor en todo su interior un aroma fresco mezcla de flores y frutas invadió todo su ser.
Nadie volvió a ver a Ana. La buscaron por días y sólo encontraron sus ropas descoloridas y hechas girones al pie del manzano cargado de rojas frutas en pleno invierno.
Puedes escucharla los martes a la 1 pm hora del Centro de México en esta página web
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