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UN CUENTO DE ANA

Ana se miró en el espejo y se acomodó unos rebeldes cabellos. Sus ojos se iluminaron y sonrió a la imagen de su joven amado reflejada a su espalda.

Con movimientos lentos y pausados, como en una ceremonia, tomó el ramo de flores que había cortado esa mañana.

Hacía tiempo, que todos los días, iba al parque al encuentro de su amado. Ese parque donde se conocieron y juraron su amor.

Hoy no estaba ansiosa, como de costumbre. Ya había recorrido ese camino tantas veces, que de pronto, sintió una extraña paz.

Cuando abrió la puerta, una brisa fresca le acarició el rostro y se sintió feliz.

Caminó sin prisa, disfrutando cada paso hacia su destino.

Era temprano y el parque estaba en silencio, sin el bullicio de niños y perros.

Se sentó en su banco, apretando el ramo contra su pecho y esperó.

Pequeños remolinos de hojas rompieron el silencio y...entonces lo vio...en la distancia...tal como lo recordaba...

Dejó el ramo en el banco, y con una sonrisa y pasos ligeros, fue a su encuentro.

La encontraron más tarde, recostada en el césped, a pasos de su banco predilecto, con sus translúcidos ojos abiertos, una luminosa sonrisa en su rugoso rostro y una vieja y ajada fotografía de un joven con una leyenda:

“ hasta que la muerte nos una “

autor Abuela Ana(Ana Ulehla)



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Gracias, saludos desde La Rioja, Argentina. Abuela Ana

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