¿CÓMO QUIERES QUE SEA EL MISMO?
Por: José Luis Villanueva
Me gritaste, me odiaste por algunos momentos y quizá hasta me deseaste algo terrible que, en un día normal no se te hubiera ocurrido. ¿Cómo quieres que sea el mismo?
¿Te ha pasado que tienes un mal rato, un mal momento, pero que eso se queda como referencia para toda la vida? Considero que es normal, hasta frecuente que, debido a condiciones extraordinarias, se dejan huellas de por vida. Siendo así, hay muchas cosas que están en nuestra memoria que han sido etiquetadas, de tal forma que, aunque cambian, ya no aceptamos el que pueda ser de una manera distinta a la que fue en el pasado. Muchos de nosotros, tanto hemos sido etiquetados, como nos dejamos llevar por la misma práctica de etiquetar sin siquiera considerar que las cosas son pasajeras. Nuestras referencias del pasado nos llevan a la toma de decisiones del día de hoy; más, sin embargo, el paso del tiempo, la experiencia, las circunstancias distintas aunado a otros tantos factores, provocan que la condición y el resultado sean diferentes. Hay que tener claridad en que, lo que hoy está pasando, no puede ser la misma condición que sucedió en el pasado, solo por ese hecho, el resultado no tiene que ser el mismo.
Vayamos por partes. Cuando nosotros consideramos que siempre sucederá lo mismo con una persona y su comportamiento, que no hay forma distinta de que se atienda un problema, de que lo mismo que sucedió en el pasado no cambiará a través del tiempo, aseguramos algo que quizá tiene más que ver con nuestro nulo esfuerzo por cambiar las cosas, que por la misma inercia de que los resultados no cambiarán. La búsqueda del desarrollo tecnológico tiene que ver con la búsqueda de nuestra comodidad, de igual forma, buscar resultados distintos nos lleva a esforzarnos por volver a analizar, pensar más a detalle, buscar más y nuevas opciones. Teniendo que realizar todo lo anterior, en muchas ocasiones preferimos mantener la comodidad del pasado. Si analizamos o recordamos un poco de lo que nos enseñan, hay frases que refuerzan esta condición, como, por ejemplo: “Árbol que nace torcido, jamás su rama endereza”, “Chango viejo, no aprende maroma nueva”, “así es, nunca cambió”, “ni le busques que no hay forma de que sea distinto”, etc.
Manteniendo la comodidad del pasado en nuestro presente nos ha permitido mantenernos cómodos y hasta a salvo de muchas cosas, más, sin embargo, también nos mantiene en una condición de letargo que no favorece mucho el desarrollo y la mejora pues, solo cambiando y buscando nuevas condiciones es como se provocan resultados distintos. Sucede lo mismo con las personas. ¿Te ha pasado que alguien te cae mal y hasta que lo conoces te das cuenta de que es una excelente persona con que puedes congeniar perfectamente? Quizá hubo algo en el pasado que mantuviste presente hasta el punto donde se provocó un cambio solo por la nueva interacción y cambio de paradigma que tenías sobre la persona. Si lo piensas bien, quizá también eso dictó muchas de tus decisiones. Podemos tener a nuestro alrededor muchas condiciones que consideramos como hechos sin siquiera analizarlos nuevamente, de hecho, muchas de nuestras reacciones cotidianas, tienen que ver con estos hechos que damos por hecho.
Cuando hablamos sobre nosotros, también hay que darnos cuenta de que hemos sido etiquetados en el pasado, quizá de una forma favorable o tal vez, de una forma no tan benévola para con nosotros. Derivado a nuestra naturaleza por pertenecer a un grupo, en nuestra infancia, adolescencia y juventud, participábamos en conjunto de personas con cosas afines, quizá equipos deportivos, formas de vestir, lugares que frecuentar, etc. Esta condición humana de buscar pertenecer fortalece las etiquetas que, al pasar el tiempo, pueden permanecer con quienes tienen esa referencia inicial. ¿Te has preguntado que fue del grupo de roqueros fachosos y mal olientes que daban conciertos en la prepa? Te sorprendería saber que quizá son algunos de los prósperos empresarios y lideres de opinión en algunas ciudades. ¿Qué fue de los alumnos destacados en calificaciones de la primaria? Sería sorpresa saber que quizá no estudiaron un grado universitario y tienen algunos problemas legales o económicos no resueltos. Como estos ejemplos hay muchos que rompen con el paradigma del deber ser de las cosas, es decir, que, si caminaban el sendero “obscuro” de la sociedad, no tuvieron más que continuar por la penumbra en su madurez. Por el otro lado, no hay prueba de que, quienes lideraban los cuadros de honor por sus calificaciones, sean adultos productivos y de bien. Lo que quiero dejar en claro, es que, la evolución de las personas se da de por sí, es una constante innegable en la humanidad. Considerando lo anterior, solo hay que tener claro que la velocidad y condición de cambio varían de acuerdo a cada persona y a su entorno. No todos los aviones vuelan a la misma velocidad ni a la misma altura, tampoco lo pueden hacer ni de la misma forma ni en igualdad de condiciones de peso, maniobrabilidad o autonomía. Creyendo que somos como aviones en el cielo, desplazándonos a través de nuestra vida, hagamos conciencia de que, el sitio del que despegamos y el aire que cruzamos, no volverá a ser el mismo, aunque regresemos al que creemos que es el mismo punto. Las cosas no se repiten, hay patrones que tienen similitudes, pero somos una nueva persona cada día, ni que decir cuando nos comparamos con nuestro pasado del año anterior y de nuestra niñez.
¿Cómo quieres que sea el mismo si ya aprendí la lección? Me he equivocado tanto en la vida, he cometido tal cantidad de faltas, que me sería difícil poder hacer lo mismo ante tantos raspones en mi interior. Te pido que no creas que serás el mismo o serás la misma cuando mueras, pues de aquí a ese momento, seguro tu vida cambiará aún a pesar de ti. Te agradeceré no me enjuicies por mi pasado, más por el contrario, dame la oportunidad de mostrarte mi presente. Te ofrezco lo mismo sobre tu vida, incluso sobre tus pensamientos y sentimientos, pues sé que ya eres otro, que eres otra. Te invito a que hagamos lo posible por no etiquetar, por no encasillar. Ojalá nos demos la oportunidad de abrir más ventanas y nuevas puertas. Me encantaría saber que podemos sembrar nuevos frutos en otros campos inexplorados. Sería fabuloso que consideráramos que el peor de los hombres, puede convertirse en uno de los mejores y que, abriendo el corazón y el alma, los colores opacos tiene la oportunidad de brillar cuando utilizamos otros prismas para observarlos.
¿Qué si yo quiero que seas el mismo o la misma? No, definitivamente no. Quiero caminar con quien pueda saltar charcos y mojarse con ropa en el mar. Me sentiría más tranquilo con quien me ayude a levantar una fortaleza para derrumbar la barda que impide una amistad. Mi vuelo quiero que sea a diferentes velocidades, con distintas aeronaves y que más que pláticas superfluas, haya interacción profunda en pláticas, discusiones, debates y chistes de política e historia. Si hay quien dijo: “Yo tengo un sueño”, a mí me gusta decir que: “Yo vivo en un sueño”, ese del que no te quieres despertar. Vivo en esa condición de felicidad constante que, cuando duele el corazón, aún sonríes por lo vivido. Disfruto la pérdida, con el sufrimiento de la cicatriz reciente, más me permito llorar para luego regresar a reír.
Si, hoy me arrepiento de mucho, quizá hasta regresaría a cambiar algunas cosas, si me fuera posible, pero ante la incapacidad actual de hacerlo, mejor acepto, lo vivo, lo siento y continuo el vuelo. No soy el mismo de ayer, mucho menos el de hace algunos meses. Se que ustedes tampoco lo son, todos somos otros al paso del tiempo, solo démonos la oportunidad de recategorizar, de reordenar nuestras ideas, pensamientos y sentimientos. Seamos más congruentes con nuestro presente que con el pasado distante. Fortalezcamos el aquí y el ahora, perdonando, pidiendo perdón, pero siguiendo adelante.
Me gritaste, me odiaste por algunos momentos y quizá hasta me deseaste algo terrible que, en un día normal no se te hubiera ocurrido. Solo considerando que ya no volveré a ser el mismo, dame una nueva oportunidad que yo te la doy a ti. Permitamos que las cosas pasen, que fluyan más que como el agua del río, como el viento entre las nubes. Démonos cuenta de en lo que nos hemos construido, además de lo que nos falta construir aún. Hagamos del presente la base hoy, que este ladrillo, mañana será nuestro pasado resuelto.
Por último, ¿cómo quieres que sea el mismo…? Si ya me odiaste. O mejor aún, ¿cómo quieres que sea el mismo…? Si ya me amaste. Estas sencillas preguntas ante condiciones tan puntuales aplican desde el mismo instante en que cruzamos nuestros caminos en la vida. ¿Cómo quieres que sea el mismo...? si ya te conocí. ¿Cómo quieres que sea el mismo…? Si ya no se de ti. Coloca la frase que gustes y entenderás como cambiamos ante el saludo del vecino, con el beso de nuestros hijos, ante el pleito con quien atiende la tienda, así como el disgusto que nos da la política actual. No hay forma de que seamos los mismos cuando cada día vivimos, de ahí que pensamos, sentimos y actuamos. No soy ni serás tú el mismo o la misma, la vida no nos brinda esa opción, solo hagámosla consciente y actuemos en consecuencia.
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